Una noche, el pequeño Harold quiso dar un paseo bajo la luna. Con su lápiz color violeta dibujó una luna y un camino para pasear. Después creyó que le faltaba un bosque y como pensó que si el bosque era muy grande iba perderse, dibujó un solo árbol al que le puso manzanas.
Luego, pensó que sería conveniente dibujar a un dragón que custodiara las manzanas. Seguramente iban a ser deliciosas. Pero el dragón que dibujó lo asustó y con su mano temblorosa se dibujaron olas, por lo que necesitó un barco. Y así, Harold continuó dibujando y con los dibujos tuvo aventuras, hasta que quiso dormir en su cama y dibujó una cama.
Es una historia sencilla. Sobre la imaginación del niño y la importancia del dibujo como lenguaje expresivo, fundamentalmente en los primeros años de vida.
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