El mundial de fútbol '94 fue triste para todos los argentinos. Maradona fue expulsado del torneo y no trajimos la copa. Pero mi hermano y yo conseguimos algo difícil de lograr en esa época y con poca plata: completar el álbum de figuritas y ganarnos una cámara de fotos.
Siempre está la "figurita difícil" y suele ser alguno/s de los mejores jugadores del equipo del lugar donde se venden las figuritas. Y seguro, casi seguro, que en esa época eran la de Batistuta y la de Maradona. Así era la cosa, un defensor (suplente) de Camerún te salía como cinco veces y el cabello crespo de Maradona y la melena rubia de Batistuta no aparecían por ningún sobre. El recreo era el momento y espacio para solucionar el problema.
Una forma de conseguir la figurita que te faltaba era cambiarla por otra. Uno de los pibes empezaba a mostrar sus figuritas y mientras el otro decía: "Nola, Late, Nola, Late". De "no la tengo" y "si la tengo", a modo de iniciar la "negociación". Luego, en algunas ocasiones, no siempre, aparecían problemas. -Esta no sale mucho, te la cambio por dos-. La ronda de compañeros que observaba opinaba con vehemencia: "te conviene", "no se la cambies", "pedile tres por esa, es una difícil". Después había otra forma de conseguir figuritas: jugarlas.
Una forma de jugar a las figuritas era dar vuelta la figurita con la palma de la mano. No era conveniente golpear con la palma abierta, había que cerrarla un poquito. Algunos solían escupirse la mano. ¡Guácala! Aunque estaba prohibido como la "manito de oro", que otro jugara por vos.
Otra forma de jugar era la tapadita. Había que tirar desde una distancia adecuada otra figurita y lograr tapar las que estaban en el suelo. También se colocaban las figuritas sobre la pared y se las tumbaba.
Después, se controlaban las figuritas que quedaron y se acomodaba según algún criterio personal (por selección, por cantidad de repetición, etc). Y se observaba con preocupación lo arrugada que estaban algunas después de tanto cachetazo en el suelo. Si estaba muy arrugada era más difícil de cambiar.
Esta es mi experiencia con las figuritas. No sé cómo habrá sido mi cara cuando me di cuenta de que teníamos el álbum lleno. No tenía un espejo a mano. Pero seguramente debe haber sido genial.
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