El año pasado tuve la suerte de escuchar tres historias en Kamishibai y me resultó una experiencia maravillosa. Por eso, quería compartir con ustedes esta forma de narrar historias.
Kamishibai es un teatro de papel que surge con fuerza por la falta de trabajo y, por supuesto, de entretenimiento, en el Japón de principios de siglo 20. Los contadores de historias recorrían las calles en bicicleta con una valija de madera, se paraban en algún lugar y empezaban a golpear unas maderas para llamar a los niños. Los niños pagaban para ver la obra y, al finalizar, se llevaban una golosina artesanal.
La obra se plasma en láminas que se van pasando mientras el contador de cuentos avanza en la narración. La última lámina tiene del lado de atrás el texto que corresponde a la primera. Las láminas del Kamishibai son especiales, preparadas para eso. No se trata de un simple cuento ilustrado. Tienen que tener una buena elección de los colores para que la imagen se vea nítida a la distancia, y jugar con los planos de una manera cinematográfica. Otra cosa importante a tener en cuenta es que el narrador no debe resaltar, solamente presta su voz. Todo se debe centrar en la valija que se abre al inicio de cada función. También el narrador debe tener cuidado de no pasar dos láminas juntas.
Lo ideal sería tener una valija por escuela y preparar un lugar especial para cada función (una mesa elegante para apoyar la valija, unos almohadones para que los espectadores puedan sentarse en el piso). También, por qué no, incluir el ritual del llamado y alguna golosina. Lamentablemente, en nuestro país cuesta conseguir láminas para Kamishibai pero siempre hay alguno que puede hacerse su propio material y encargar una valija a un carpintero. Considero que vale la pena el esfuerzo.
Para más información: https://clubargentinodekamishibai.wordpress.com/
Para más información: https://clubargentinodekamishibai.wordpress.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario