lunes, 7 de enero de 2019

Dos novelas históricas escritas por Laura Ávila: "Los músicos del 8" y "El sello de piedra"

Como en todo los casos, una novela histórica puede ser un libro muy placentero o un bodrio. Todo depende de una sola cosa: de que se cumpla el contrato con el lector. Si voy a leer ficción, quiero ficción. No quiero información histórica de contrabando. Los chicos, como los adultos, se dan cuenta de estas cosas. Pero a diferencia de los adultos, pueden pensar que leer literatura es lo mismo que leer el libro de texto escolar de ciencias sociales. Por eso, hay que tener cuidado a la hora de elegir. Prioricemos la calidad literaria. Siempre.

Los dos libros de los que voy a escribir, "Los músicos del 8" y "El sello de piedra", son claros ejemplos de excelencia en el subgénero novela histórica. De cómo una novela puede utilizar elementos históricos pero sin dejar de construir buenos personajes, transmitir emociones, descripciones de gran belleza literaria. Miren: "... Rufina se convirtió en la prolongación de la fogata. Una flama. Bailaba descalza, pero sus pies apenas rozaban la tierra del playón. Su cuerpo giraba con una gracia que no era de este mundo. Sus brazos subían sobre su cabeza, sus manos tocaban su frente como avizorando o como escondiéndose, sus caderas se movían como las olas marrones del río. 
Rufina era fuego, era agua, era aire, y también era una joven mujer bailando." (Ávila, L: El sello de piedra: 2018)


"Los músicos del 8", de Laura Ávila, toma como protagonistas a dos hermanos afrodescendientes en un drama que te estruja el corazón de principio a fin. Porque en esa época muchos jóvenes esclavos tuvieron que integrar el Ejército de los Andes, como es el caso de la novela, o participar de otras tropas en las guerras de independencia, dejando atrás a la familia, llevando entre sus pocas pertenencias mucho miedo, el miedo de no volverlos a ver más. 

Otro mito que suele existir en la literatura infantil es que los chicos no quieren leer drama. Nada más alejado de la realidad. Los niños quieren emocionarse, sentir empatía por los protagonistas de las historias que leen. 

Las ilustraciones de Julieta Farfala son muy buenas, hacen hincapié en las emociones de los personajes. Y eso potencia lo escrito.

A un alumno que leyó este libro le pregunté qué le había parecido y me respondió: -Es un poco dramático, sobre todo al final, pero está bueno-. Y agregó: -Mi hizo acordar a "El espejo africano", de Liliana Bodoc-. Otro ejemplo de otra buena novela de este subgénero, de la que pueden encontrar la reseña en este mismo blog.

"El sello de piedra", de Laura Ávila, es una historia ambientada en la época del gobierno de Juan Manuel de Rosas y sus protagonistas son: Marc, un joven francés que se dedica a la litografía, que es sospechoso de cualquier cosa por el solo hecho de ser francés, Rufina, una princesa de la nación Mayombé, y Lucio Mansilla, conocido por la Vuelta de Obligado, nada más que es todavía un niño de camisa con mangas infladas. ¿Qué une a estos tres personajes? La investigación sobre un intento de atentado contra el Restaurador. Marc tiene que sacar a su abuelo de la prisión. Su abuelo es inocente. Solo estuvo en el lugar y en el momento equivocado. Rufina, además de princesa, es la planchadora de Manuelita, y también será acusada de tener vínculo con los salvajes unitarios. Y Lucio, curioso e inteligente, se sumará a este recorrido en busca de la verdad y de la aventura. Con una mezcla de policial, historia, drama, algunos elementos humorísticos, aventura, amor y amistad, se sella un buen libro.


Hay que sumarle también las ilustraciones de Leicia Gotlibowski que son muy bellas. Es un gran acierto que las ilustraciones del interior sean a color y con esa calidad de impresión. La tapa podría haber sido más atractiva de acuerdo a los otros dibujos que presenta el libro.

Estas dos novelas fueron editadas por Planetalector. Que las disfruten.

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