En el bosque de Zarzabalanda, los animales viven felices hasta que llega una niña para arruinarles la paz. Se trata de Caperucita Feroz, cazadora de lobos. A diferencia del cuento clásico, el mundo de los animales está separado del humano, y es la intromisión humana la que afecta la situación de equilibrio planteada en la introducción. Podría pensarse que hay una visión ecologista sobre la caza de animales.
Un pequeño lobo de Zarzabalanda, que debe ir a la casa de su abuelita, teme encontrarse con Caperucita Feroz. La madre del lobo advierte el riesgo y le da instrucciones para defenderse de la niña. El lobito se encuentra con Caperucita en el trayecto y, por miedo, elige otro camino. El protagonista de esta historia no es ingenuo ni desobediente, como lo es Caperucita en la versión clásica. Se da cuenta inmediatamente de lo que sucede. Si le sigue la corriente a Caperucita es para salvar a su abuela. Esta acción del lobito demuestra su valentía (de la que el propio lobo duda por sentir miedo de ir solo a la casa de su abuela).
Finalmente, gracias a su astucia y a la ayuda de otros lobos (en especial el zorrito negro que puede simbolizar la curiosidad y la desobediencia), sacan a Caperucita del bosque y la intimidan para que no vuelva. Se podría pensar que ante la falta de cuidado de la madre del lobo, la sociedad lobo acude al rescate del pequeño cuando lo necesita.
En el cuento hay referencias explícitas a la intertextualidad. "Una nena parecídisima a la Caperucita del viejo cuento que todos conocemos, sí, aunque parecida solamente porque también era una nena.. también usaba una graciosa caperuza para cubrir cabellos y espalda... y también acostumbraba atravesar los bosques... Pero mientras que la antigua Caperucita era buena como el pan, esta-la de nuestra historia- no, nada que ver. Lo cierto es que era una criatura mala, muuuy mala, remala, malísima, supermala, a la que-por supuesto-nada le encantaba más que hacer maldades". En otras versiones sobre Caperucita se trabaja desde la perspectiva del lobo, pero sobre la misma historia. Aquí se trata de otra niña, una muy parecida.
Algunas expresiones me gustaron mucho, como: "La nena se puso a reír y su risa era aguda y finita como picoteos de aguja de coser". También algunos elementos de comicidad por comparación como el grito de auxilio del lobo con un aullido: "Auuuuu... Auuuuu... Auuuu... xiii... lioooo..."
Las ilustraciones de Cynthia Orensztajn reflejan muy bien las expresiones de los personajes en cada escena y, si uno observa en detalle, puede ver al zorrito negro siguiendo a los personajes principales.
Muy buena elección de colores y de las ilustraciones para la tapa y contratapa. Anticipan pero no demasiado. Si uno observa la tapa no le produce tanto miedo, pero si observa la contratapa se da cuenta inmediatamente de que se trata de una Caperucita Feroz a la que hay que temer.
El libro editado por Alfaguara es precioso, acorde a una gran escritora como Elsa Bornemann.
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