domingo, 20 de noviembre de 2016

Momo, de Michael Ende

Empecé a leer esta novela en el momento justo: cuando no disponía de mucho tiempo. La novela requiere de paciencia, el conflicto no aparece de inmediato, y nos invita a detenernos en algunos párrafos, ya sea para recrear las imágenes/sensaciones que propone el autor o para hacer una reflexión. Entonces, ¿por qué digo que la leí en el momento justo si no tenía demasiado tiempo?, ¿no es una contradicción? Precisamente, esta novela valora el tiempo de ocio. Es una crítica a la vida moderna que está marcada por el ritmo de la producción.


Momo es una niña huérfana que tiene el don de escuchar a las personas, de hacerlas creativas, reflexivas. En esa sociedad, aparecen unos hombres grises que fuman el tiempo de los seres humanos, por lo que Momo deberá luchar contra ellos. El problema es que, como en la vida misma, para el pueblo no resulta claro que el ahorro del tiempo no beneficia a quien ahorra, que todo esto solo sirve para sostener a los hombres grises, que viven del tiempo de otros.

Hay momentos en la novela que son súper interesantes. Uno de ellos es la conversación que tiene un hombre gris con el barbero. En esta escena se muestran los argumentos que utilizan los hombres grises para engañar a las personas. El barbero tiene que cortar el pelo en menor tiempo sin charlar y por eso deja de disfrutar su trabajo. En la vida real, eso se llama aumentar la productividad de trabajo, a partir de una autoexplotación (en este caso) para ganar más dinero. Algunos pueden considerar que el libro es una crítica al consumismo, es decir, que se pretende ganar más dinero para consumir más (incluso cosas que no se necesitan). Y es cierto, hay una idea de que el dinero no hace a la felicidad y está muy claro en la historia de Gigi Cicerone.

Pero también podría pensarse que en el capitalismo, los trabajadores deben trabajar cada vez más horas para poder costear sus necesidades básicas. Es decir, conviven ambas situaciones. Es el dilema del capital: por momentos se requiere aumentar la rentabilidad a través de un aumento de la producción y consumo y cuando hay sobreproducción, con salarios bajos. El tiempo de producción es lo que hilvana estas dos cuestiones.

Se puede observar en la novela que toda esta locura por la productividad impacta en las relaciones familiares, en especial, en los niños. Los adultos no tienen tiempo para los niños, los depositan en algún lugar para que no molesten, ya no les cuentan historias. Esto los niños lo tienen claro, más que los adultos. Son quienes luchan para revertir esta situación y Momo dirige esa lucha. Hay una idea de que las nuevas generaciones pueden transformar la realidad.


Otra escena potente es el encuentro entre Momo y el maestro Hora. Creo que la fuerza de esta escena radica en lo poético y solemne del lugar y en los diálogos. Aquí se hace referencia a aprovechar el tiempo que tenemos de vida. Los hombres tienen tanto miedo a la muerte que no se preocupan por su propia vida.

Como verán, es una novela para leer y releer. Una novela por la que vale la pena hacerse un tiempo.

La edición que leí es de Alfaguara infantil.

martes, 1 de noviembre de 2016

Finn Herman, de Mats Letén

Hace poco, en Banfield, hubo un tremendo revuelo porque a una persona se le había escapado su "mascota", una boa de 30 kilos llamada Margarita. Por suerte, encontraron a Margarita. Pero a veces, algunas historias de mascotas atípicas no tienen finales felices. O al menos para algunos.

Este libro cuenta la historia de una señora muy paqueta, que saca a pasear a su cocodrilo. La señora teme por la seguridad de su mascota porque considera que hay muchos peligros en la calle que pueden afectar a su bicho. Pero Hermancito, el cocodrilo, lejos de sentirse amenazado, disfruta el paseo y  se da un festín. Come todo lo que el paisaje le ofrece. Por ejemplo, en el camino se encuentra con un pato. Su dueña le dice que tenga cuidado, que los patos pueden asustarlo. En la siguiente página leemos un "Ñam", vemos una pluma volando y un cocodrilo más gordo. Sin embargo, la señora cree que el pato simplemente se ha ido y sigue pensando en el peligro que pudo pasar su querida mascota.

Las ilustraciones de Hanne Bartholin complementan el relato. La señora está caracterizada con un atuendo muy extravagante que favorece la construcción del personaje. Asimismo, resulta un gran acierto que el cocodrilo engorde después de cada bocado. Y, a su vez, que las fotografías de la casa y la escena de la cena subrayen la idea de que Finn Herman es un mimado.

El libro es muy divertido e interesante porque hace una crítica desde la exageración. Y, a la vez porque, a pesar de todo, Finn Hermann nos cae simpático. Eso sí, me cruzaría de calle si lo viera. Y ojo que no es tan raro, dicen que en Australia una señora tiene un cocodrilo en su casa. Por suerte, por el momento en mi barrio solo veo personas con perros. Después de conocer esta historia, es un gran alivio.

jueves, 13 de octubre de 2016

Tengo un monstruo en el bolsillo, de Graciela Montes

Este libro me hizo acordar mucho a mi infancia porque está ambientado en los '90. De hecho, la primera edición es de 1999. En aquellos años, las niñas usábamos medias con puntillas. Y cuellos con voladitos (aunque no se mencione lo de los cuellos). Además de la estética y de la referencia a ciertos juegos, me sucedió algo parecido a lo que le pasó a la protagonista. No, no tuve un monstruo en el bolsillo. Pero sí me sacaron un papel protagónico de una obra escolar por ser "tímida".

Más allá de esta conexión emotiva con el libro, recomiendo la novela porque sé que a muchos chicos les va a gustar. Creo que la cantidad de reediciones -el libro que tengo en mis manos es la 18va edición- afirma lo que digo. Pero voy a presentar otros argumentos más.

La novela está narrada en primera persona y cuenta la historia de Inés. Inés es una niña a la que no le suelen suceder cosas "Maravillosas, Terribles y Extraordinarias". Hasta que un día mete la mano en el bolsillo y se encuentra con un monstruo. Contarle a alguien sobre el monstruo se vuelve complicado, pero mucho más tener un monstruo y que entre en acción.

Inés se define a sí misma como tímida a partir de cómo la definen otras personas. Ella se siente más cómoda escribiendo que hablando. Todo esto del monstruo surge a partir de que otra chica, "la más linda del grado", se empieza a llevar bien con el chico que le gusta a Inés y, para colmo, le quita el papel en la obra escolar de la que es autora. Casualmente, el monstruo empieza a entrar en acción cuando a Inés no le gusta algo o alguien le cae mal.

En esta novela hay una mezcla de lo extraordinario con lo cotidiano. Y eso hace a la novela sumamente interesante, porque puede dar lugar a discusiones. ¿Existió el monstruo?, ¿cómo se explica lo que sucedió?

La novela te atrapa desde el primer capítulo y lleva un buen ritmo. Por momentos parece que es como leer un diario íntimo, aunque no lo es. Por otra parte, es común que en la prosa se establezca algún tipo de interacción con el lector, por ejemplo, al dar explicaciones sobre a qué viene eso de contar determinada cosa.

Algunos títulos de los capítulos anticipan un poco lo que va a suceder, como por ejemplo: "En este capítulo mi monstruo entra en acción y yo me ligo un buen reto". Otros simplemente reflejan cómo se siente la protagonista o qué impresión tiene al respecto: "Este capítulo empieza muy mal pero después mejora un poco".

Es una historia que funciona en esta época porque seguramente muchas chicas deben sentir que pertenecen a otro grupo distinto al de "la popular" o "la más linda" y porque siempre hay adultos que no entienden nada. Lo del monstruo es una excusa, interesante (por supuesto) para contar algo que le suele pasar a muchos chicos de esa edad.


La reedición a la que hago referencia es de Sudamericana, año 2013. Las ilustraciones son de Delia Cancela.

jueves, 6 de octubre de 2016

La sonada aventura de Ben Malasangüe, de Ema Wolf

Esta es la historia de un pirata que inicia su oficio a destiempo. Y como suelen ser las historias de piratas, tiene búsqueda de tesoros, problemas con víveres, una tormenta que azota a la embarcación y el naufragio en una isla desconocida.

La novela es corta pero no es fácil de leer por dos razones. La primera es que hay un vocabulario propio de la navegación, alguna que otra palabra o construcción que puede generar dificultad. También hay alusiones a  sucesos de la historia y referencias a puntos geográficos. Otro motivo por el que puede generar complicación es la estructura de la novela. Cuando los piratas llegan a la isla, además de contar lo que les sucede a ellos, se introduce la historia de los que viven allí. Esto requiere que el lector pueda seguir las dos historias, recordar o volver para atrás, hasta que se crucen. Dicho todo esto, el libro amerita el desafío.

Ema Wolf utiliza muchos y diversos recursos de comicidad que hacen que la novela sea divertida de leer. Algunas partes graciosas solamente son para entendidos, es decir, para argentinos o conocedores de la cultura argenta. Más allá de esto, que no es poco, es una historia muy bien contada que te suma a la aventura de un grupo de piratas, que te hace sentir empatía por el gato, asco por una dieta a base de banana y curiosidad por el compañero de celda de Ben.

Además, el libro está ilustrado por Tabaré, un historietista muy conocido por sus personajes Diógenes y el Linyera. Como era de esperar, logró capturar muy bien las escenas y hacer su aporte.

El libro fue editado por Alfaguara infantil.

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