Uno de los temas que apasionan tanto a chicos y grandes son los dinosaurios. Creo que lo que nos llama la atención son dos cosas: el tamaño de esas criaturas y el misterio que hay en torno a su forma de vida y extinción. En la novela "Los paleolocos", de Rodolfo Otero, los protagonistas son dos familias que están unidas por el amor a la paleontología. Estas familias nos mostrarán cómo realizan su trabajo de campo en Neuquén, Argentina.
El trabajo de campo que realizan los paleolocos ya de por sí resulta atractivo. Hay excavaciones, hallazgos, hipótesis. Pero si a eso le sumamos encontrar dinosaurios vivitos y coleando, mucho mejor. "¿Vivos?", preguntaría Susana Giménez. Y si lee la novela de Rodolfo Otero no quedará como la autora de uno de los grandes bloopers de la televisión. Porque, sí, Susana, están vivos. Ocurre que por alguna razón inexplicable, dentro de una cueva hay un especie de portal que te transporta a otra Era histórica. Eso sí, como en Jurassic Park, hay riesgos. Y como siempre los más peligrosos y villanos son los carnívoros, que además de gigantes tienen dientes filosos y un apetito voraz.
Otro de los aspectos que hace interesante a esta novela es la lucha de profesionales y de la comunidad mapuche por preservar el territorio y la cultura del lugar, frente a los intereses inescrupulosos de ciertos políticos. También que los científicos y los niños toman decisiones acertadas ante el descubrimiento. Respetan a esas criaturas, no tratan de hacer negocio con ellas, ni experimentar a toda costa. La ciencia tiene que estar al servicio del conocimiento para enaltecer al ser humano como parte de un ambiente, no para transformarlo en su destructor.
Esta novela de aventuras fue editada por Editorial Estada y forma parte de la colección Azulejos Rojos. Recomendada para lectores avanzados.