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miércoles, 14 de febrero de 2018

Loro hablando solo, de Juan Lima

Viajamos a Traslasierra a través de los versos de Juan Lima. Conocemos la noche (porque, por suerte, no todas las noches de este mundo son iguales), escuchamos a los animales de la zona (sobre todo al loro, aunque hable solo). Sentimos los árboles (cada especie, una caricia distinta) y olemos un asado que pinta sabroso porque está hecho con tranquilidad, en las brasas y en la brisa que envuelve las sierras.

En "Loro hablando solo", Juan Lima juega con las palabras, con dichos populares, con las formas de cada poema. Y logra transmitir la sensación de estar en paz en un lugar que lo tiene todo, que tiene tanto, que se puede obtener miles de historias, buenas fotos (que por cierto acompañan el libro y pertenecen a distintos autores) y exquisitos poemas.



Hablando de loros... Estábamos en la biblioteca con un grupo de alumnos de tercer grado. Cada uno debía leer a sus compañeros una poesía, que podía ser de cualquier autor/a. Uno de los chicos, que suele hablar como un loro (o como también se dice: hasta por los codos), inteligente, imaginativo, muy bueno para el fútbol, pero resistente ante algunas propuestas educativas, decidió leer un poema de este libro que se llama "Hablo como un loro". Pero no lo leyó así nomás, lo musicalizó con un rap.

Hablo como un loro
estoy más loco que una cabra
río como una hiena
lloro como un cocodrilo
duermo como un lirón
soy un burro
me hago el oso
hago chanchadas
hago monadas
soy un pavo una gallina un ganso
soy zorro viejo
tengo pocas pulgas
cuando menos se lo esperan
salto como la perdiz
me conocen hasta
los perros.

Quedó una versión muy buena, hay que admitirlo. Y cuando terminó dijo: -Esta poesía no tiene sentido-. -Son como frases que se dicen-, contestó una compañera. -Sí, como refranes-, agregó otra. -Ya sé, pero no tiene sentido-, insistió. -Para mí es graciosa-, agregó su amigo. Aquí creo que se pusieron en discusión dos cosas. El alumno que leyó la poesía, lo hizo porque le gustaba, pero sentía que no tenía sentido porque eso se lo daba una historia (él estaba acostumbrado a historias más convencionales). Para el otro niño, el sentido se encuentra en lo que genera el poema en el lector. 

Lo cierto es que en este libro, cada poema cuenta una historia que forma parte de una historia más grande. Por eso, conviene leer el libro entero. También es cierto que los niños se encontraban en una discusión y desorientación porque estaban acostumbrados a poesías con historias concretas, con métrica y rima, a otro tipo de poemas. Habrá que seguir leyendo. Claro que eso no asegura que se puedan responder ciertas preguntas como ¿qué es la poesía?, aunque Gustavo Bécquer haya esbozado una respuesta. Hay cosas que van a seguir siendo un misterio, como dice un cartel que reza en una librería: "Yo sé que la poesía es imprescindible pero no sé para qué"- Jean Cocteau.

Un libro imperdible, editado por Comunicarte. 

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