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martes, 19 de julio de 2016

La ovejita que vino a cenar, de Steve Smallman

Mientras un lobo prepara la cena, aparece una ovejita muy tierna que podría convertirse en materia prima para elaborar un rico estofado. 

Este libro cuenta con una estructura clásica para niños pequeños. Hay algunas  frases repetidas y situaciones como "no me puedo comer a la oveja porque está fría y hago algo", "ahora tampoco me la puedo comer porque tiene hambre y hago algo", etc. Al principio todo parece indicar que el conflicto que tiene el lobo para lograr su objetivo está relacionado con las condiciones en las que se encuentra la oveja. De hecho, este cuento podría habernos mostrado una historia en que, con astucia, los débiles les ganan a los fuertes. Tal es el caso de Mi día de suerte ,de Keiko Kasza. Pero no. Aquí gana el deseo de sentirse necesitado, de tener una compañía. Y un poco el remordimiento. El principal obstáculo que enfrenta el protagonista, en realidad, es un conflicto interno.


El lobo, villano de las historias con animales, deja su ferocidad de lado cuando la ovejita le dice "Dobo". El lobo, el derrumbador de casas de los chachitos, el que se quiere comer a Caperucita, es capaz de cuidar a una pequeña oveja aunque huela delicioso. Porque los lobos también tienen sentimientos y los villanos de las historias pueden reivindicarse.

Las ilustraciones son muy actractivas por las expresiones de los personajes y los colores elegidos. 

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