De Bradbury leí dos libros para adultos que me gustaron muchísimo: Crónicas Marcianas, un ícono de la ciencia ficción, y Farenheit 451, una novela distópica. Indudablemente se trata de un gran escritor. Sin embargo, cuando vi este libro me hice la siguiente pregunta: ¿estará bueno? Porque hay escritores que escriben bien cualquier cosa, que hacen de la lista del supermercado un poema, pero hay otros que tienen fortalezas en algunos géneros y debilidades en otros. Por suerte, la respuesta a mi pregunta fue sí.
Esta es una historia sencilla. A un chico no le gusta la oscuridad y por eso se pierde de muchas cosas, como salir a jugar una noche de verano afuera, junto a otros chicos.
Se suele relacionar el miedo a la oscuridad con el miedo a estar solo y a perder el control de las cosas. En este caso, la soledad está dada por no animarse a ir a jugar afuera y el control aparece con la disposición de ciertos instrumentos de iluminación y cuando una niña misteriosa le dice que puede encender la oscuridad. De esa manera, el chico tendría la idea de tener un mayor control sobre la oscuridad. No es que falta la luz, la oscuridad se elige por lo que ofrece: el canto de las grillos y de las ranas, entre otras cosas.
El libro está escrito de forma poética y considero que el miedo a la oscuridad podría haber sido reemplazado por cualquier otro miedo. Se expone un sentimiento universal que es el miedo y el dejar hacer por miedo. Algo que puede ocurrir a cualquier edad.
Momento en el que aparece la niña que iluminó la noche:
" -Me llamo Negra-dijo.
Ella tenía el pelo negro
los ojos negros
y llevaba un vestido negro
y zapatos negros.
Pero su rostro era tan blanco como la luna.
Y sus ojos brillaban
como la luz de las blancas estrellas".
En estos agradables términos, llenos de imagenes, está escrita esta historia. Una historia sencilla, linda, tan linda como una noche de verano.
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