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viernes, 26 de febrero de 2016

Voces en el parque, de Anthony Browne

Una salida por el parque puede ser contada desde distintas perspectivas.

La historia está narrada por voces, es decir, un personaje cuenta lo que pasó y así sucesivamente. Cada uno lo hace desde su subjetividad y la tipografía de cada voz es diferente. Más allá de las diferencias, que son importantes, cada historia nutre a la otra, lo que hace que el lector tenga un panorama completo de lo que ocurrió. Las distintas visiones están dadas por la edad y por la clase social a la que pertenece el personaje.


La primera voz es ofensiva con los pobres. Dice que se acercó un perro callejero (cuando el perro tenía su dueño en el parque), una niña andrajosa y que se suelen ver tipos espantosos en el parque.  

La segunda voz es de un desocupado al que le levantó el ánimo el paseo.

La tercera voz es del hijo de la señora de la primera voz que estaba contento con su nueva amiga y su perro.

La cuarta voz es la niña, hija del señor que está desocupado, quien pasa un buen rato en el parque pero que se preocupa porque su amigo se ve triste ante el llamado de su mamá.

Antes, ahora menos, las plazas eran espacios igualadores, en el sentido de que iban a pasear personas de distintas clases sociales a un mismo lugar. Y la niñez, cuando está libre de los prejuicios de los adultos, también es así porque los niños juegan con otros niños sin importar su condición social. Desde que se inventó el shopping, los countries y se expulsó a los pobres a las periferias de la ciudad, cada vez está más complicada la integración. Por supuesto, no deberían existir pobres, no me conformo con otra cosa.

Por último, recomiendo detenerse en las ilustraciones. Browne suele incluir algunos detalles para jugar con ellas.

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