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sábado, 12 de enero de 2019

MAX HELL, de Guillermo Hohn y Pablo Tambuscio 01 El planeta de Viernes

El año pasado trabajé con mis alumnos de quinto grado el subgénero ciencia ficción. Cuando empecé a ver qué material les podía ofrecer, tenía la intención de incorporar algún cómic, a modo de que la oferta sea amplia en temática y en tipologías de textos. Nada de lo que encontré en librerías me convenció, hasta que finalmente utilicé una pequeña historia de Moebius de un libro que tenía en mi casa. El otro día fui a una librería a chusmear las novedades y me encontré con esta historia: Max Hell, de Guillermo Hohn (guión) y Pablo Tambuscio (dibujo y color), editada por Pictus. No sé qué grado tendré este año ni qué temas trabajaré pero la curiosidad pudo conmigo y lo compré.


El cómic trata sobre viajes en el espacio. Los tripulantes de la nave son: un hombre, una mujer, un robot y un niño, es decir, todos los personajes necesarios para una historia de aventuras intergalácticas. El personaje infantil es el aglutinador. Permite lograr empatía con los lectores destinatarios, hace de puente entre los niños y un mundo absolutamente distinto propio de la ciencia ficción y, además, es el personaje que carece de la prudencia necesaria para toda aventura. 

En la primera historia, porque hay más aventuras de los mismos personajes, ocurren las cosas típicas: problemas con la nave, descenso  en otro planeta que tiene seres extraños y peligrosos. Hay algunas referencias notables a otras ficciones del género en lo que respecta a cumplir una misión en pos de la justicia dentro de la galaxia, el robot que se queja de tener que cumplir siempre las tareas. Y en cierto sentido el extraterrestre "viernes" me hace acordar al adorable Mooncake de la serie "Final Space". Todo esto demuestra que los autores conocen del subgénero. Parece algo que cae de maduro pero no siempre lo es. Y hace que la historia se lea a la velocidad de la estrella US708 y uno quiera otro número ya. Así que si son padres, tutores o encargados de niños y quieren que lean mucho, les digo que seguro se enganchan. Espero próximamente leer el segundo número y comentarlo.

viernes, 11 de enero de 2019

Dragones o pajaritos, de Cecilia Pisos

"Dragones o pajaritos", escrito por Cecilia Pisos e ilustrado por Katana, es un libro de poemas para jugar.


Los poemas contienen personajes del subgénero maravilloso, situaciones absurdas y disparatadas. Asimismo, se utilizan diferentes recursos poéticos: comparaciones, rima, imágenes sensoriales, repeticiones. Poemas que han sido rotados para leer de otra manera, algunos "tan tan" y versos con números. Una linda y variada oferta poética que pueden aprovechar los primeros lectores y, por qué no, el que quiera jugar un rato con las palabras y dibujos.

Las ilustraciones de Katana también son lúdicas, por ejemplo, un dragón tiene cuerpo de tetera. Hay detalles para buscar y mirar. También es interesante que la ilustradora no haya utilizado la típica caricatura de pájaros y dragones que estamos acostumbrados a ver. Mostrar otros estilos estéticos es otro aporte para los lectores.

El libro fue editado por SM. Tiene imprenta mayúscula, una letra conocida y amiga para los que recién empiezan a leer solos.

martes, 8 de enero de 2019

Hoyos, de Louis Sachar

Me parece oportuno recomendar esta novela en épocas de debate acerca de bajar la edad de imputabilidad. ¿Por qué? Porque  "Hoyos", de Louis Sachar, es una crítica al sistema, a ese sistema que ve un peligro en un joven pobre.

Stanley Yelnats es acusado de haber robado unas zapatillas. El juez le da a elegir entre ir a la cárcel o ir al "campamento de lago verde". "Stanley venía de una familia pobre. Nunca había ido de campamento". Y agregaría que Stanley no tuvo padres que pagaran una multa, una tercera opción a la que siempre recurren jóvenes de "buenas familias". Porque la "mano dura" es para los pobres.

Un par de zapatillas, solo un par de zapatillas, llevan a Stanley a un campamento de "reinserción" llamado lago verde que, irónicamente, no tiene un lago, más bien se trata de un conjunto de tierra seca, sol fuerte y hoyos. Hoyos que son cavados por los propios chicos que están ahí con el fin de que "mejoren". Porque en la vida puede ser muy útil estar todo el día cavando pozos hasta que las manos se ampollen y la garganta se seque. Ahora bien, si esto les pareció un delirio y, espero que les parezca, la cosa se pone más irónica todavía. Los chicos no cavan pozos por falta de ideas acerca de la educación que merecen, cavan pozos porque hay un tesoro y se necesita mano de obra barata para buscarlo. El tesoro no tiene como destino sumar fondos a la educación y recreación de los jóvenes, claro que no. Debe servir para llenar los bolsillos de quienes los tienen ahí. Los chicos hacen un trabajo sin saber realmente su objetivo.

Sé que hay una película basada en esta novela pero todavía no la vi. Supongo que en breve lo haré, y haré un comentario. Sin embargo, como suelo decir, siempre hay que empezar por la versión libro.

El libro fue editado por SM y pertenece a la colección de más de 12 años. Me parece que está bien esa sugerencia, es para los chicos más grandes. Es raro pensar que, en su mayoría, los lectores de esta novela tienen unos pocos años de diferencia con respecto a los chicos que el Estado quiere tratar como adultos. Chicos que no tienen oportunidades de acceder a la literatura, al arte, a los deportes, en fin, a muchas cosas. Y que si las tuvieran su vida sería de otra manera.

Los jóvenes no son peligrosos, peligrosos son aquellos que les quitan sus derechos y los que los quieren considerar como adultos.

lunes, 7 de enero de 2019

Dos novelas históricas escritas por Laura Ávila: "Los músicos del 8" y "El sello de piedra"

Como en todo los casos, una novela histórica puede ser un libro muy placentero o un bodrio. Todo depende de una sola cosa: de que se cumpla el contrato con el lector. Si voy a leer ficción, quiero ficción. No quiero información histórica de contrabando. Los chicos, como los adultos, se dan cuenta de estas cosas. Pero a diferencia de los adultos, pueden pensar que leer literatura es lo mismo que leer el libro de texto escolar de ciencias sociales. Por eso, hay que tener cuidado a la hora de elegir. Prioricemos la calidad literaria. Siempre.

Los dos libros de los que voy a escribir, "Los músicos del 8" y "El sello de piedra", son claros ejemplos de excelencia en el subgénero novela histórica. De cómo una novela puede utilizar elementos históricos pero sin dejar de construir buenos personajes, transmitir emociones, descripciones de gran belleza literaria. Miren: "... Rufina se convirtió en la prolongación de la fogata. Una flama. Bailaba descalza, pero sus pies apenas rozaban la tierra del playón. Su cuerpo giraba con una gracia que no era de este mundo. Sus brazos subían sobre su cabeza, sus manos tocaban su frente como avizorando o como escondiéndose, sus caderas se movían como las olas marrones del río. 
Rufina era fuego, era agua, era aire, y también era una joven mujer bailando." (Ávila, L: El sello de piedra: 2018)


"Los músicos del 8", de Laura Ávila, toma como protagonistas a dos hermanos afrodescendientes en un drama que te estruja el corazón de principio a fin. Porque en esa época muchos jóvenes esclavos tuvieron que integrar el Ejército de los Andes, como es el caso de la novela, o participar de otras tropas en las guerras de independencia, dejando atrás a la familia, llevando entre sus pocas pertenencias mucho miedo, el miedo de no volverlos a ver más. 

Otro mito que suele existir en la literatura infantil es que los chicos no quieren leer drama. Nada más alejado de la realidad. Los niños quieren emocionarse, sentir empatía por los protagonistas de las historias que leen. 

Las ilustraciones de Julieta Farfala son muy buenas, hacen hincapié en las emociones de los personajes. Y eso potencia lo escrito.

A un alumno que leyó este libro le pregunté qué le había parecido y me respondió: -Es un poco dramático, sobre todo al final, pero está bueno-. Y agregó: -Mi hizo acordar a "El espejo africano", de Liliana Bodoc-. Otro ejemplo de otra buena novela de este subgénero, de la que pueden encontrar la reseña en este mismo blog.

"El sello de piedra", de Laura Ávila, es una historia ambientada en la época del gobierno de Juan Manuel de Rosas y sus protagonistas son: Marc, un joven francés que se dedica a la litografía, que es sospechoso de cualquier cosa por el solo hecho de ser francés, Rufina, una princesa de la nación Mayombé, y Lucio Mansilla, conocido por la Vuelta de Obligado, nada más que es todavía un niño de camisa con mangas infladas. ¿Qué une a estos tres personajes? La investigación sobre un intento de atentado contra el Restaurador. Marc tiene que sacar a su abuelo de la prisión. Su abuelo es inocente. Solo estuvo en el lugar y en el momento equivocado. Rufina, además de princesa, es la planchadora de Manuelita, y también será acusada de tener vínculo con los salvajes unitarios. Y Lucio, curioso e inteligente, se sumará a este recorrido en busca de la verdad y de la aventura. Con una mezcla de policial, historia, drama, algunos elementos humorísticos, aventura, amor y amistad, se sella un buen libro.


Hay que sumarle también las ilustraciones de Leicia Gotlibowski que son muy bellas. Es un gran acierto que las ilustraciones del interior sean a color y con esa calidad de impresión. La tapa podría haber sido más atractiva de acuerdo a los otros dibujos que presenta el libro.

Estas dos novelas fueron editadas por Planetalector. Que las disfruten.